mujeres
Llevo días pensando qué podría escribir en este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres, y, de pronto, se me acaba de clavar como un puñal una frase que, seguro, muchas han tenido que escuchar a lo largo de su vida: «¿Cómo lo permitías?».
Siempre me ha parecido terrible, porque el mensaje que subyace detrás de esas tres palabras inocentes es grave, muy grave. ¿Permitir? ¿Acaso la culpa es nuestra, de las mujeres, por permitirlo? ¿Acaso está en nuestra mano?
Es como aquella campaña que puso en marcha el Ministerio del Interior que invitaba a las mujeres a comprarse un silbato o echar las cortinas de casa para evitar una violación. Una campaña repugnante que culpaba a las víctimas, como se culpa, de manera sibilina, cuando se le pregunta a una mujer que por qué lo permitía.
«No permitas que tu novio te grite»… «No permitas que mire tu teléfono móvil»… «No permitas que controle tus amistades»… El mensaje parece que siempre se dirige hacia nosotras. Y es indignante. ¿Cuándo se les va a decir a ellos que no nos menosprecien, que no nos griten, que no nos peguen, que no nos maten? ¿Cuándo? Que sea pronto, porque nos siguen asesinando, aunque los medios de comunicación se empeñen en que lo que nos pasa es que nos morimos.
Como decía el año pasado en esta misma fecha María Ascensión Marcelino, la educación es la clave y la llave. Las leyes castigan el maltrato. Se insta a la denuncia. Pero no se ataca la raíz del problema. La violencia machista debe prevenirse. Hay que legislar y educar.
Fotografía: Adolfo Lujan ©